jueves, 10 de abril de 2008

LA MADRE DE TODOS LOS VICIOS

Mi dilecto amigo, Manuel Cabañas, periodista de la hermana ciudad de Chachapoyas, ha escrito un artículo con el nombre de: “Educación madre de todos los vicios”[1], y en ella esgrime todo su pensamiento acerca de los males sociales y se los atribuye radicalmente a la educación.

Como educador amazonense, y en salvaguarda de la dignidad y el prestigio de tantos dignos maestros y maestras de nuestro departamento y el país, y sobre todo de la educación como proceso de desarrollo social, tengo que responderle a Manuel y refutarle algunos de sus argumentos:

Primero.- sostiene en su artículo que: “el tema educativo ha llegado a extremos, más aún cuando el gobierno nacional viene impulsando hasta con tropiezos una reforma”. En primer lugar el tema educativo no ha llegado a extremos, es la crisis de la calidad educativa la que ha llegado a sus extremos, en Amazonas, por citar solo uno de los indicadores educativos existentes, no existe equidad para todas las provincias; mientras que Utcubamba administra a 41,866 estudiantes, el 37% aproximado de la población educativa regional y solo cuentan con 1,555 docentes para esta población de la educación básica, sin embargo nuestra capital del departamento Chachapoyas, tiene 18,362 estudiantes y cuenta con 1,053 docentes para atenderlos, es decir solo 17,4 estudiantes por profesor, mientras que en el resto de nuestros pueblos como es el caso de la provincia de Utcubamba, el profesor tiene que trabajar con 30 y 40 estudiantes. ¿A esto se le puede llamar equidad educativa? ¿No es este un claro ejemplo de centralismo regional? Solo por citar uno de los tantos indicadores. Manuel sostiene además, que esto es una reforma impulsada por el gobierno nacional. ¿Cuál reforma?, ¿De qué reforma estamos hablando? Si esto es un tira y afloja de una serie de medidas improvisadas que no responden a la Ley General de Educación recientemente promulgada por este mismo gobierno, ni menos responde a las políticas propuestas en el Proyecto Educativo Nacional. Lo único que se ha hecho es poner a la educación en la agenda pública –y eso es bueno- pero lo malo es arrinconar como culpables de todos estos males al magisterio nacional. Esto no es justo. ¿Acaso nos hemos olvidado que fue en el primer gobierno del Dr. Alan García y la Ministra “Meche Cabanillas” que se nombraron a más de 20 mil docentes solo con 5to año de secundaria y algunos egresados de los institutos superiores tecnológicos? No mi querido Manuel, esto no es una reforma. Una reforma educativa requiere de consensos, acuerdos, compromisos públicos institucionales, compromisos con la sociedad civil, con los partidos políticos, y de esto la “reforma” nuestra no tiene absolutamente nada. Si no veamos cuántos de los acuerdos suscritos en el Acuerdo Nacional referidos a educación se están cumpliendo.

Segundo.- En el artículo afirmas además que la: “…educación es la madre de todos los males sociales, vicios que tienen que cambiar. Ese cambio…tiene que ser de actitud y de acción”. Tampoco es así mi querido Manuel. Como educador responsable, tengo que refutar también este argumento. Los grandes males sociales que vive el país no nacen del vientre de la educación. Nacen de los sistemas de gobierno dependientes, de autoridades y gobernantes sin moral, sin ética que no han pensado ni piensan en los intereses de las grandes mayorías, sino de unos cuantos enquistados en el poder, que en toda la época republicana de nuestro país nos han gobernado. Los grandes males sociales tienen su origen en la pobreza, en la desigualdad, en la desnutrición, en el clientelaje político, en la desidia histórica de un Estado asistencialista que no enseña a pescar sino da el pescado. Tu y yo Manuel tenemos qué comer, tenemos el alimento que podemos llevarle a nuestros hijos, pero existen 80 de cada 100 amazonenses que no tienen qué comer, entre ellos niños, niñas y adolescentes que constituyen más del 59% de nuestra población total. La educación nuestra mi querido Manuel, es consecuencia, es efecto de estos males y no precisamente la causa. El cambio por tanto, no puede ser solo de actitud y de acción, tiene que ser de acción, afección, volición e intelección, cuatro dimensiones de la vida del ser humano que debe cambiar y eso no solo le toca a la educación, le toca a la autoridad, al empresario, al líder, al ama de casa, al campesino, al estudiante, si queremos realmente hacer una reforma educativa bajo un enfoque sistémico.

En nuestro país, cuando la educación deje de ser manejada improvisadamente por incapaces e irresponsables, cuando la educación deje de responder al clientelaje y tarjetazo político, cuando no hayan directores, funcionarios y especialistas corruptos y sin ética, y también docentes, creo que habremos dado un paso muy importante de cambio; y, cuando la sociedad civil, se empodere realmente de la conciencia ciudadana, aquella que vigila, que exige rendición de cuentas, aquella que se compromete con una verdadera política de construcción social a corto, mediano y largo plazo en beneficio de los más pobres, se articula a un proyecto de desarrollo educativo regional y nacional y que se sume a una política de desarrollo nacional, entonces creo que recién ahí podemos afirmar que viviremos una reforma educativa.
Mientras tanto, continuemos afirmando la consolidación de la democracia, el fortalecimiento de los partidos y movimientos políticos, la cultura de paz, porque no estamos para azuzar a la violencia –que ya mucho de ello hemos tenido- sino para construir ciudadanía culta que propone alternativas de solución a los grandes males sociales que vive y tiene nuestro país.
[1]. http://mcabanas.blogia.com/

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