domingo, 21 de junio de 2009

CARTA DE TORO SENTADO AL PRESIDENTE FRANKLIN

Ya en la tranquilidad de nuestra población, apenas hace algunas horas de logro histórico en la reivindicación del pueblo indígena, quienes han escrito con sangre su paso en la historia de las luchas populares que trajo abajo los decretos que atentaban contra la Amazonía, evoco aquellas películas de cowboy en blanco y negro de la década del `70, aquellas películas que nuestros jóvenes y niños de hoy ya no las conocen, aquellas referidas a la cultura de los indios nativos de América, recuerdo como esas películas presentaban a los indios por debajo de la raza blanca, violentados en sus derechos y marginados por la sociedad de ese tiempo. Hoy después de mas de dos siglos las sociedades en el mundo han volteado la mirada hacia lo natural, hacia los orígenes, y hoy lo intercultural, lo multilingüe y lo pluricultural cobra inmenso valor y se constituye en la reservas del saber, la reserva cultural de los pueblos.
En la cosmovisión de la población indígena siempre va a existir tres postulados: calidad de vida, calidad del bosque y calidad de la educación; los mismos que definen su posición frente a la naturaleza, la tierra, los ríos, los árboles, su vida.
En la historia de los indios de Norteamérica tambien ha pasado algo similar : “…La mayoría de las tribus nativas fueron exterminadas a lo largo del siglo XIX y los supervivientes fueron "encerrados" en reservas. Las tribus indias eran terriblemente belicosas, pero amantes de la Naturaleza y respetuosos con ella…”
Uno de los textos más hermosos y conmovedores de la historia de las tribus nativas norteamericanas fue la carta enviada por el Jefe Seattle de los Suwamish en respuesta a la "propuesta" del presidente Frankin Pierce de que vendieran sus tierras a los colonos y marcharan a una reserva en 1855. La transcripción es esta:
http://hijadeladiosa.blogspot.com/2007/03/carta-de-jefe-seattle-franklin-pierce.html


CARTA DE TORO SENTADO AL PRESIDENTE FRANKLIN PIERCE

"El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que poca falta le hace, en cambio, nuestra amistad. Vamos a considerar su oferta, pues sabemos que, de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe de Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe Seattle con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.
¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua. ¿Cómo podríais comprarlos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbido son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.
Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia. "Por eso, cuando el Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir cómodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras.
Más, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centelleante que corre por los ríos y esteros no es meramente agua sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras, tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.
Los ríos son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los ríos llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los ríos son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los ríos el trato bondadoso que daréis a cualquier hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras sí sólo un desierto.
No lo comprendo. Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizá sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegarse de las hojas en primavera o el orzar de las alas de un insecto. Pero quizá sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oídos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.
El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y, si os vendemos nuestras tierras, debéis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.
Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de estas tierras como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriéndose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas las cosas están relacionadas entre sí.
Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñados a los nuestros: que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen el suelo se escupen a sí mismos.
Esto lo sabemos: la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra. El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.
Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con el -de amigo a amigo no puede estar exento del destino común-. Quizá seamos hermanos, después de todo. Lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubrirá algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensáis quizá que sois dueño de nuestras tierras; pero no podéis serlo. El es el Dios de la humanidad y Su compasión es igual para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para El y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su Creador. Los hombres blancos también pasarán, tal vez antes que las demás tribus. Si contamináis vuestra cama, moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hayan sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando la vista hacia las verdes colinas esté cerrada por un enjambre de alambres parlantes. ¿Dónde está el espeso bosque? Desapareció. ¿Dónde está el águila? Desapareció. Así termina la vida y comienza la supervivencia...".

10 comentarios:

ZeNnit dijo...

muy profunda esta reflexión,no somos dueños de la tierra, somos parte de ella y debemos respetarla, cada cuando nos tomamos un momento para pensar en que es lo que estamos haciendo con lo que nos da la vida, cuanto tiempo hace que no nos sentamos bajo la sombra de un arbol al contemplar el cielo, a escuchar el trino de los pajaros, a sentir el aire en el rostro, a oler el perfume de las flores, o el refrescante sabor del agua, ya no hay tiempo para pensar en eso, solo hay tiempo de pensar en SUBSISTIR....

ZeNnit dijo...

muy profunda esta reflexión,no somos dueños de la tierra, somos parte de ella y debemos respetarla, cada cuando nos tomamos un momento para pensar en que es lo que estamos haciendo con lo que nos da la vida, cuanto tiempo hace que no nos sentamos bajo la sombra de un arbol al contemplar el cielo, a escuchar el trino de los pajaros, a sentir el aire en el rostro, a oler el perfume de las flores, o el refrescante sabor del agua, ya no hay tiempo para pensar en eso, solo hay tiempo de pensar en SUBSISTIR....

Unknown dijo...

Necesito saber quien es el autor de esta carta. De verdad es una maravilla. y ¿Porqué dice "... de toro sentado..."?

Anónimo dijo...

Toro Sentado es un personaje histórico real. Tȟatȟaŋka Iyotȟaŋka.

http://es.wikipedia.org/wiki/Toro_Sentado

Anónimo dijo...

A este Jefe Sealth o Toro Sentado, no le veo lo salvaje por ningún lado, sus palabras tienen una connotación muy profunda de conocimiento ancestral, espiritual y del conocimiento verdadero sobre lo que es Dios y no la mofa que conocemos en la actualidad de lo que supuestamente es.

Cuando lees sus palabras desde el espíritu claramente ves que está de la mano con la conciencia suprema otorgándole conocimientos profundos que para nosotros está tapado por nuestra supuesta raza superior.

Es un ser despierto como lo es Buda o el mismo Jesús. Sabe lo que significa Vida y que la muerte no es más que la continuidad de la misma.

Manuel Domínguez dijo...

Pienso en esta carta ahora q veo arder Doñana...

Unknown dijo...

Sabiduria pura y recien el hombre blanco esta entendiendo lo que el piel roja hace mucho sabia . pero claro el hombre blanco fue formado en la soberbia de una religion que le enseño que el hombre era la criatura superior y que la tierra . los animales . los rios ..el aire . los arboles le pertenecian y podia hacer lo que quisiese con ellos ...asi tenemos a nuestra tierra agonizante ..la tierra es nuestra madre . todo lo que nos compone salio de la tierra y a ella volvera ...soy de esta tierra . pertenezco a esta tierra .soy una particula mas u otra hebra de este tejido que es la vida

Unknown dijo...

Queda claro que los salvahes son los hombre blanco ....y cuanto de verdad tiene esta carta y ahora la estamos vuviendo con el cambio climatico pero algunas naciones todavia se niegan a dicho cambio climatico...que pena el jefe siemore tuvo la razon....

Unknown dijo...

Aún son palabras muy profundas y difíciles de entender para el hombre blanco, que a pesar de el tiempo transcurrido,sigue el jefe de Washington, destruyendo, arrasando, invadiendo, destrozando, en fín. Matando lo poco que queda de nuestra madre tierra. No podrán vivir fuera de ella pues la nuestra es única, como lo somos todos los animales y y árboles que en ella habitamos, sólo hay una tierra en todos los confines del universo. Pero el gran hombre blanco hoy más que nunca se enpeña en acabarlo todo, sólo por reinar y sentirse el ser superior. Hoy bien se podría afirmar que nuestros aborígenes antes pasados eran unos verdaderos dioses y no el Díos criminal y vengativo, malvado y asesino que nos han vendido desde entonces. El Díos sol, la luna y nuestra madre tierra. Son más tangibles que las promesas del Díos pagano que hoy día se venera y que a sangre y fuego lo quieren imponer a todos, aún siguen los tercos y absurdos, dándole créditos a éstos miserables de conciencia.

Anónimo dijo...

El profesor de tecnología es gei